Por José Carlos Díez

Partner de LUA

@josecdiez

LinkedIn: josé-carlos-díez

Este verano ha caído en mis manos el libro de Philippe Aghion y otros dos economistas franceses: El Poder de la Destrucción Creativa. Sigo a Aghion desde que estudiaba en la facultad y hacía tiempo que no leía un libro de economía tan bueno y oportuno.  

Los ciclos tecnológicos tardan en tener efectos sobre el empleo y los salarios

El libro se basa en las teorías del gran economista Joseph Schumpeter para analizar una evidencia empírica que la teoría convencional del crecimiento no puede explicar. El crecimiento a largo plazo del nivel de vida lo determina lo que no puede explicar el capital o el trabajo. Nos pasamos el 99% de nuestra vida debatiendo sobre problemas económicos, pero apenas hablamos de los determinantes de la riqueza de las naciones.

La primera fase es de investigación pura de la tecnología. La segunda fase es el desarrollo de la ingeniería para reducir los costes de uso de esas tecnologías. Y la última fase es de difusión de esa tecnología en el parque empresarial para sustituir las técnicas anteriores. Esto es lo que consigue aumentar la productividad, el empleo y los salarios. 

LUAfund estará presente en las tres fases. Arquimea, uno de los socios de LUA, es una empresa con larga tradición en I+D y especializado en la fase uno y, sobre todo, la dos (la del desarrollo), que es lo que más necesitamos en España.

El ICO y la Secretaría de Transformación Digital acaban de aprobar el potenciar el desarrollo de scale up españolas que haciendo uso de esas tecnologías puedan crecer en ventas, especialmente fuera de España, y crear más empleo con mejores salarios.

Y el BEI también está potenciando mucho a este tipo de empresas. Este es el segmento al que se dirige LUA. 

Nuestro país es un mercado demasiado pequeño para escalar una innovación y que sea competitiva. La globalización y la revolución del transporte ha hecho el mundo más pequeño y la estrategia de nuestras empresas será global o no será. 

Estamos hablando de 50.000 o 100.000 empresas pero que serán las que determinen el futuro del empleo y de los salarios de todos los españoles en las próximas dos décadas

Se habla mucho de algoritmos genéticos y redes neuronales que son modelos que yo empecé a estudiar en 1996 en mi primer año de doctorado en Alcalá. La diferencia ahora es la cantidad y la calidad de los datos que disponemos. Para conseguir en 1996 los mismos datos que procesa hoy una consola de videojuegos en la nube te costaba unos 70.000 dólares, hoy cuesta 400. Estos datos permiten a las empresas conocer el comportamiento de sus clientes y muchas de las decisiones suelen ser repetitivas y se pueden modelizar.

Las empresas en las que invertiremos nacieron digitales y serán las que crecerán y crearán empleo en esta nueva realidad. La digitalización ya es condición necesaria y es trasversal a todos los sectores de la economía.

Otra característica que tienen las empresas en las que invertirá LUA es que sus ventajas competitivas son globales y su crecimiento potencial está fuera de España. Nuestro país es un mercado demasiado pequeño para escalar una innovación y que sea competitiva. La globalización y la revolución del transporte ha hecho el mundo más pequeño y la estrategia de nuestras empresas será global o no será. 

Llevamos más de una década perdida y no podemos permitirnos el lujo de perder ni un minuto más. Los fondos europeos serán claves.

El futuro del Ibex 35

En España hay 1,5 millones de empresas con más de un trabajador y 3 millones de autónomos. Imaginemos que no existiera LUA y que esas empresas innovadoras no consiguieran capital para invertir y crecer.

¿Qué pasaría? Nuestras empresas convencionales irían siendo cada vez menos competitivas y tendrían que reducir o el empleo o los salarios. LUA y sus empresas conseguirán crecer dentro y fuera de España y crearán empleos con mayores salarios, equiparables a sus competidores en los países más avanzados con las que compiten.

Eso tendrá efectos positivos sobre el resto de empresas y autónomos que verán cómo aumentan sus ventas y cómo parte de esas ventas acaban mejorando los salarios. 

Esto es lo que explican magistralmente Aghion y sus colegas en este libro. En España nos equivocamos desde 1998 hasta 2007 y concentramos buena parte de nuestra inversión en ladrillos y en suelos con deuda externa y a precios inaccesibles para los salarios y el nivel tecnológico de la economía española, y aún estamos.

Llevamos más de una década perdida y no podemos permitirnos el lujo de perder ni un minuto más. Los fondos europeos serán claves. Pero fracasaremos si esa inversión no consigue que estas pymes innovadoras crezcan y se conviertan en grandes empresas.

Make it real. Hagamos que sea real.        

 

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