Por Javier García

Partner de LUA

@javisensum

LinkedIn: javisintetia

Al igual que tú y yo no tuvimos los mismos desafíos frente a la vida a los 3 años, ni a los 30 ni los tendremos a las 60, pues lo mismo ocurre en el mundo empresarial y en el de la inversión. No hay dos empresas iguales, ni evolucionan de la misma manera. Ni tampoco hay dos inversores iguales, ni asumen los mismos riesgos en cualquier empresa. Pero a veces las fronteras son difusas, difíciles de explicar y, por ello, me gustaría detenerme un momento en algunas claves, que a grandes rasgos he sintetizado en cinco bloques. 

 

1.- Una empresa no tiene los mismos riesgos, ni está sometida a la misma incertidumbre a lo largo de su ciclo de vida 

Sí, toda empresa tiene un ciclo de vida: se gesta, nace, se desarrolla, madura, algunas tienen la posibilidad de ser grandes sequoias (muy pocas) que parecen eternas y, en el proceso, muchas mueren. Pero, todas, cumplen más o menos un ciclo vital.

El momento de gestación es muy complejo. Pasar de la idea del millón de euros a la empresa del millón de euros es algo tremendamente complejo. Implica asumir riesgos de todo tipo: técnicos, de mercado, de gestión y financieros.

Una idea empresarial no nace como una empresa, nace como un experimento. Es algo a validar de forma recurrente: una tecnología y un modelo de negocio, qué quiero vender, cómo, a qué precio, a quién, en qué mercados… En este proceso de validación aparece un largo y tortuoso valle de la muerte.

Algunas veces puedes pasar el valle de la muerte con un bolsillo plagado de dinero (lo que los americanos llaman un Deep Pocket). Otras veces vas con una cantimplora y una brújula, mucha creatividad y con grandes cicatrices de batallar en entornos similares. El dinero puede no resolver nada. Y las capacidades, no siempre son las adecuadas.

Sea como fuere, no existe una fórmula mágica. Lograr pasar ese valle de la muerte no es una receta como la de hacer churros: 250 mg de harina, 250 mg de agua, una cucharada de sal y otra de aceite. No es tan fácil, no existen recetas universales.

Por eso es tan complejo emprender. Y cuanto más diferencial quieras ser, más rompedor en el mercado, más capacidad para sorprender quieras generar… más dificultad.

El riesgo es una recompensa, es una de las pocas leyes inmutables de las finanzas.

empresa familiar

El valle de la muerte se llama así porque 8 de cada 10 grandes ideas mueren en él. Algunas por el capital, otras porque no era su momento, otras porque no fueron capaces de lograr que la tecnología funcione, otras por la suerte, otras fueron barridas por la competencia. El valle de la muerte es sangriento, difícil, genera mucho estrés y es una especie de lejano oeste donde te toca vivir.

Pero, a cambio, del valle de la muerte han salido empresas increíblemente globales, con propuestas rompedoras, que están en todos nuestros hogares, que deslumbran a su paso, con miles de millones de euros en sus espaldas. En ese valle se han forjado muchas soluciones a grandes problemas en el mundo, revoluciones tecnológicas y, también, grandes propuestas para el mundo. Así que sí, el valle es un lugar peligroso, pero si sales de él, a veces puedes alcanzar El Dorado

¿Hay valientes que están dispuestos a invertir en ese valle? Sí, y saben de sus riesgos. Pero porque ya son especialistas en ellos, tienen una intuición arrolladora, saben intuir si lo que tienen entre manos puede tener algún atisbo de funcionar. Son inversores profesionales que invierten en riesgo y luego quieren su recompensa, su gran recompensa. Así que quien ha invertido 1 € en una compañía en el valle y luego ha sacado 10 €, tras varios años de lucha, tiene bien merecida su recompensa. 

Lo que a veces no nos dicen es que ese euro, tiene las mismas probabilidades de convertirse en 10 que jugar a la ruleta rusa con todas las balas cargadas, menos una. El riesgo es una recompensa, es una de las pocas leyes inmutables de las finanzas.

Cuando los inversores ponen dinero y recursos en este tipo de compañías son conscientes de que muy pocas empresas son los que aportan toda la rentabilidad a su cartera. No invierten en una sola, sino en muchas y diferentes, porque lo más probable es que muchas de ellas no salgan de ese valle de la muerte.

2.- Los grandes riesgos que afronta toda empresa

Da igual en la etapa de tu vida en la que te encuentres. Toda empresa, pequeña y grande, comparte los mismos desafíos en cuanto a riesgos e incertidumbres. Aunque con muchos matices: ni la intensidad del riesgo es la misma, ni la posibilidad de abordarlo es similar. 

Pero sí que hay al menos 4 grandes aspectos que toda empresa debe tener claros:

— El primero es el riesgo técnico

Da igual que seamos una cafetería o una empresa de Inteligencia Artificial. Siempre hay riesgo técnico. Para un economista la tecnología no son cacharros llenos de cables. Son recetas. Las recetas permiten tomar unas materias primas (ideas, cemento, un local en una céntrica calle, algoritmos) y convertirlos en productos (clientes, soluciones, productos). 

En ese sentido, es muy habitual soñar con que nuestro producto, nuestro servicio quiera ofrecer ‘algo’ a un cliente y, en realidad, es muy complicado conseguirlo. ¿Es factible técnicamente esto que se propone? ¿Se puede lograr? ¿Se puede hacer en este plazo y en este coste o se va a desviar? Todos hemos pasado por algo que era muy sencillo (hacer una Web, que nos arreglen un rayón del coche, que el bolígrafo funcione sin dificultad) y al final se complica: plazos, calidad, etc… Todo tiene un cierto riesgo técnico de fallar.

empresa familiar

En las primeras etapas de una empresa, sobre todo las más tecnológicas y en sectores con más posibilidades de cambiar el mundo, el riesgo técnico puede ser extremo. Tecnologías sin probar. No se sabe estimar bien cuándo se puede tener una solución o si ni quiera existe.

Recordemos que en 1984, en plena explosión del SIDA, la Secretaria de Estado de Sanidad en Estados Unidos salió a hacer una declaración pidiendo calma y diciendo que en 3 meses, dado el desarrollo de la ciencia en el país, tendrían una vacuna… aún la estamos esperando. Técnicamente las cosas pueden presentar muchos más problemas de lo que, a priori, podríamos llegar a imaginar.

Así que el riesgo técnico siempre está presente en toda empresa, lo que ocurre es que en las primeras etapas de nacimiento, ese riesgo es mucho más extremo.

— El segundo riesgo es el del mercado

Ya sabemos que la tecnología funciona, ya tenemos una receta, ya podemos, más o menos, ofrecer algo a nuestros clientes que sea fiable y que se pueda usar. La siguiente cuestión es, ¿y lo quieren pagar? ¿Hay quién está dispuesto a utilizar lo que les ofrecemos? Esto no es fácil, y a veces tardamos mucho en averiguarlo.

Debemos pensar que los precios NUNCA los fijan los costes, los fija el mercado. Aunque te cueste 5 euros hacer ese bolígrafo molón y disruptivo, si el cliente no paga más de 1 euro estás perdido. Ese riesgo de mercado es terrible, importante y se debe abordar con información precisa. Y, si es posible, averiguarlo lo antes posible.

Ni siquiera probar un producto en un mercado local es una solución de por vida. Piensa que lo que funciona en Murcia igual no funciona en Lyon o en Londres. Los mercados tienen cada uno de ellos sus complejidades, los clientes no son exactamente iguales. Y por eso, la flexibilidad de adaptar el producto con la receta adecuada a cada comensal es difícil, y tiene riesgo.

En los mercados agroalimentarios, cuando tienes un gran producto (…) está estudiado que entre 4 y 36 meses habrá un fabricante que lo ofrecerá como “marca blanca”, a mitad de precio y con unas características similares. Las ideas se copian, se mezclan, se hacen otras recetas… y en el camino podemos perder.

— Otro riesgo de mercado, poco conocido pero tremendo, es la capacidad de respuesta de la competencia

A veces nuestra gran idea, nuestra gran tecnología, nuestra receta y propuesta al mundo, una vez que es pública puede ser fácilmente imitable, o puede hacer que la competencia se mueva y te expulse. Esto ocurre en muchos mercados, y en los tecnológicos más.

Por ejemplo, en los mercados agroalimentarios, cuando tienes un gran producto, que funciona, que les gusta a los clientes y que tiene un precio con un buen margen, está estudiado que entre 4 y 36 meses habrá un fabricante que lo ofrecerá como “marca blanca”, a mitad de precio y con unas características similares. Las ideas se copian, se mezclan, se hacen otras recetas… y en el camino podemos perder.

— Otro riesgo del que no podemos escapar está en la gestión

No es lo mismo gestionar una idea, un equipo de 2 pizzas, como diría Jeff Bezzos (equipos pequeños que resuelven problemas para luego llevarlos al mundo), que gestionar una empresa que crece y atiende a más mercados (no dejes de leer el artículo sobre capacidad comercial en proyectos de emprendimiento de Antonio Alemán)

Una empresa de 2 empleados no es igual a una de 200. La cultura, los incentivos, las motivaciones, los procesos, que la burocracia no nos mate en el intento… Hay muchos factores que hacen que grandes compañías fracasen.

Porque, por desgracia, no basta con tener una única receta. No serás nunca una sequoia fuerte y robusta si no eres eternamente joven. Si no tienes siempre experimentos en el radar, si no tienes una mentalidad de hambre constante. Y para eso necesitas equipos entregados a tus clientes pero también apasionados por seguir lanzando ideas y propuestas sin descanso. Una empresa no puede vivir de una idea eternamente… en algún punto puede ser barrida en el mercado.

— Y un riesgo adicional está motivado por el modelo de negocio y el financiero

Dos ideas, dos recetas, dos tecnologías, dos propuestas al mundo pueden ser llevadas al mercado de formas muy diferentes. De hecho, una de las claves está en cómo optimizar el capital en cada decisión de crecimiento, en cómo hacer que el dinero, los recursos y las personas aporten valor a cada céntimo y evitar someter a las empresas a un modelo de negocio que consuma en exceso el capital. ¿Por qué? Porque si, por cualquier razón, no llega ese capital, la empresa no podría crecer de forma sostenible.

Dos empresas pueden tener un potencial muy distinto si una con cada euro de capital obtiene un 40/50% más de ventas que la otra. Y esto ocurre en todos los sectores que te puedas imaginar: desde leche, huevos, Inteligencia Artificial, hoteles, empresas de servicios, fabricación…. Siempre hay modelos de negocio que mal definidos pueden generar riesgos, a veces insalvables, en buenas ideas. 

LUA invierte en productos o soluciones que, dadas nuestras capacidades en la internacionalización, podemos ayudar a que sean conocidos fuera de nuestras fronteras. No sólo aportamos capital, aportamos capacidades para desarrollar esos mercados.

invertir en empresas familiares

¿Dónde invierte LUAfund en este esquema?

Existen varios perfiles de inversores: 

— Hay quien invierte sólo en empresas que cotizan en un mercado financiero (bolsa), y los hay que invierten en empresas no cotizadas. En LUAfund invertimos en empresa NO cotizadas.

—Hay quien invierte justo al inicio o en el tránsito del valle de la muerte, son las primeras etapas de inversión (early stage o seed capital). En LUAfund no invertimos en estas etapas iniciales, que son más propios de gestoras de Venture Capital.

—Hay quien sólo invierte en empresas de internet o con un alto componente de tecnología. En LUAfund invertimos en tecnología, a veces en tecnología de ‘frontera’. Pero la tecnología como un fin, como una forma de acelerar la posibilidad de crecer en cualquier sector. 

—Hay quien sólo invierte cuando las empresas son de un tamaño muy relevante, con balances sólidos y pasados históricos contrastados, este tipo de inversiones están más asociadas al Private Equity y son inversiones para tomar el control (y la gestión) o para llevar a cabo fusiones, adquisiciones o grandes operaciones corporativas.

—LUAfund invierte en el terreno intermedio: en aquellas empresas que ya no están en etapas tempranas —aunque sean jóvenes—, ni tampoco son grandes corporaciones —no tienes un gran pasado, pero sí un presente y, sobre todo, un gran futuro—. LUAfund invierte en las etapas de crecimiento, en lograr que las empresas que nacen con fuerza, crezcan con más fuerza para conquistar nuevos mercados con propuestas de alto impacto

En empresas aburridas y burocratizadas NO se crea nada de valor. Y eso lo tenemos muy claro desde LUAfund.

empresa familiar

Nuestra filosofía en LUAfund, y que la llevamos en el ADN de todo el equipo, se puede resumir en los siguientes aspectos:

1.-Invertimos en compañías con un riesgo técnico muy controlado

La tecnología tiene que estar validada en algún mercado. Tiene que funcionar, resolver lo que dice que resuelve y de forma precisa.

2.- El producto ya es aceptado en algún mercado relevante.

Hay quien lo está probando, lo compra de forma recurrente, tiene una calidad percibida y una experiencia de consumo exquisita y es claramente diferente a lo que existe en el mercado, Tiene una propuesta de valor singular, única, o muy diferencial. 

Además, hay barreras de entrada suficientes para evitar que otra empresa copie de forma fácil el producto. El precio es atractivo, el producto o servicio es de impacto (mejora la salud, la calidad de vida, es respetuoso con el medio ambiente…) y es global. 

LUA invierte en productos o soluciones que, dadas nuestras capacidades en la internacionalización, podemos ayudar a que sean conocidos fuera de nuestras fronteras. No sólo aportamos capital, aportamos capacidades para desarrollar esos mercados.

 

3.- La empresa debe tener un líder/es muy claros, contrastados, con experiencia demostrada, con buenos equipos, solventes, con una política de retribución atractiva y un modelo de organización sano y flexible

En empresas aburridas y burocratizadas NO se crea nada de valor. Y eso lo tenemos muy claro desde LUAfund.

4.- Los modelos de negocio tienen que estar orientados a la eficiencia del capital

Buscamos empresas que midan cada euro que inviertan, que lo cuiden, que arriesguen, pero siempre bajo criterios de racionalidad. Experimentar con el modelo de negocio hasta que optimice el capital puede ser la mejor vacuna para crecer con fuerza y crear un gran valor social y financiero. Y eso requiere de equipos, personas, capacidades y capital para lograrlo. Ahí es donde LUAfund ha nacido para ser diferencial.

5.- Invertimos en compañías no cotizadas, pero contrastadas

No jugamos a la ruleta rusa con todas las balas menos una. Buscamos que nuestros inversores duerman bien, seguros. Asumiendo que estamos haciendo una gran contribución a nuestra sociedad, y que es rentable financieramente. No invertimos en compañías binarias: o crecen o mueren. Ni apostamos por empresas cuya única viabilidad de futuro es “que me compre otra empresa más grande”. 

Creemos en las compañías con capacidad para resistir, con capacidad para reinventarse, con equipos y organizaciones sólidas. Creemos en la capacidad de sumar, de buscar sinergias, de abrir canales para salir a navegar. Invertimos, en definitiva, en empresas cuyo valle de la muerte haya sido un recuerdo mientras navega en el océano de oportunidades con el equipo adecuado.

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